La mirada
En
1995, el recientemente fallecido Theo Angelopoulus, dirigió una de
las mayores obras de la historia del cine: La mirada de
Ulises. Esta obra nos muestra la
mirada de un director de cine griego exiliado en EEUU que vuelve a
Grecia para asistir a la proyección de una de sus películas
políticamente más polémica, aunque su principal interés en este
viaje es encontrar la primera película de los hermanos Manakis en la
que documentan la historia de los últimos cincuenta años de los
Balcanes. El cine de Theo Angelopoulus se caracteriza por ser pausado
y reflexivo, por construir una mirada intencionada
sobre el mundo, como la mirada del cineasta griego sobre los Balcanes
y la guerra de Bosnia. El cine tiene, entre otras cualidades, la de
jugar con la perspectiva, y es por eso que hemos usado este ejemplo
para ilustrar la propuesta epistemológica de Andrés de Francisco.
“La
mirada puede ser plana o amorfa. Para alcanzar profundidad y forma,
ha de tener idea de lo que busca y estar en disposición de
interrogar”. Bachelard (La formación del espíritu
científico), hablaba obstáculos
epistemólogicos refiriéndose a
los problemas relacionados con la mirada, con “la ausencia de una
mirada epistemológicamente válida para el desarrollo y la
auto-comprensión no idealizada del conocimiento humano” (Mario
Domínguez Sánchez-Pinilla y David J. Domínguez González en la
introducción a la obra de Benasayag y Angélique del Rey Elogio
del conflicto).
La
mirada que nos propone Andrés de Francisco es una mirada organizada,
para no caer en el riesgo de mirar por mirar sin ver, sin
entender. Y “las cosas tienen
múltiples caras y dimensiones, algunas de ellas ocultas; y para
descubrirlas es preciso jugar con la perspectiva”. Esta
perspectiva no nos viene dada, hay que construirla mediante
conceptos, desde una teoría desde la que organizar nuestra mirada y
desde la que observar con intencionalidad.