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martes, 13 de diciembre de 2011

Sobre terratenientes y explotadores



Con la desvergüenza que caracteriza a las personalidades de la nobleza española, Cayetano Martínez de Irujo arremetía contra el pueblo andaluz el domingo en un programa de televisión. Nos ofreció un gran espectáculo de mala educación, soberbia y fanfarronería propias de alguien que jamás ha tenido ninguna preocupación por trabajar o hacer algo productivo y contributivo.

Entre otras cosas, acusaba al pueblo andaluz y a los jóvenes de vagos, alababa a la xenófoba y racista derecha catalana y se jactaba de poseer tierras y explotar a los jornaleros. Todo ello, claro está, con un tono altanero y casi desafiante, sin recatarse en los términos y reafirmándose en cada frase.

Los andaluces no tenemos nada que esconder ni nada de lo que avergonzarnos. Hemos sido explotados, pisoteados y condenados durante décadas a la incultura, al analfabetismo y a un futuro negro. Con nuestro sudor, nuestra sangre y nuestro incansable trabajo se han regado las tierras de los nobles, de la oligarquía tirana, que no ha hecho por nosotros más que asfixiarnos y enriquecerse a nuestra costa. También hemos sido el pueblo luchador y valeroso que ha sabido pelear por sus derechos, aunque costase la vida.

La complicidad que manifiestan la burguesía, la aristocracia y los representantes políticos del capital no es fingida, es totalmente real y tangible. La unión es su punto fuerte, y se sirven de ella para mantenerse en el poder perpetuando el capitalismo. Se explican así las subvenciones millonarias de la Unión Europea y el amparo político a esta familia, a la merecidísima hija predilecta de Andalucía. Así es, con el beneplácito de los políticos andaluces, se le otorga este reconocimiento a la Duquesa de Alba, persona que ha hecho menos por la libertad, la cultura o los derechos humanos que cualquier otra, y, de paso, se reniega de las honorables personalidades de la cultura andaluza y se increpa a la ardua tarea de éstos y otros muchos verdaderos representantes de la nación.

Como dato, es necesario añadir que la Duquesa de Alba posee en España 34.000 hectáreas de tierra, mientras que 800.000 jornaleros no tienen dónde cultivar.
Como en el resto de ocasiones, la campechanía monárquica que se empeñan en hacernos ver desde los medios y el Estado esconde detrás todo un conjunto de hábitos corruptos, despóticos y retorcidos.

Esto podría parecer una broma, algo morboso, como siempre busca la televisión. Sin embargo, es más que un hecho actualizado, algo que, aunque se pretenda esconder y se catalogue como anticuado, ocurre diariamente. La sociedad estamental que parecía haber desaparecido hace siglos sigue vigente y pertinaz. Nuestros opresores se alían, suman fuerzas y atacan brutalmente al pueblo trabajador sin piedad y, lo que es peor, sin miedo.

Esta asociación de los poderosos del Estado contra nuestras libertades más elementales no deja otra salida que la expropiación de los terrenos a todos y cada uno de los terratenientes y el empoderamiento verdadero de la clase obrera, ya que, los bienes de nuestra nación son, por encima de todo, del pueblo y es éste el único agente que debe decidir sobre su uso y sus fines. Levantémonos, pidamos tierra y libertad.

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