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jueves, 20 de diciembre de 2012

Evidencias de que el Reino de la Iglesia española no es de este mundo


José Gallego Leal.

En 2011 cerraron 32.579 empresas de autónomos. Solo en la ciudad de Cádiz, la amenaza de cierre de decenas de comercios locales es la noticia en la campaña de Navidad. Imaginad: el Gobierno sube el IVA un 21% y quita la paga de Navidad a los funcionarios, a esto, le sumamos el más del 40% de desempleo (estructural ya) en la ciudad. Es imposible en este contexto que el panorama para el comercio y las pequeñas empresas locales gaditanas sea positivo.

Pero no todas son malas noticias. En medio de esta grave crisis al fin encontramos un brote verde: “El Obispado de Cádiz logra cerrar 2011 con superávit”. ¿Cómo ha sido posible esto? ¿Austeridad? ¿Un ejemplo de buena gestión? ¿O quizá un marco excepcional para desarrollar su actividad? Ellos mismos responden: “Mi reino no es de este mundo”. Y es cierto. En este reino, los mortales no nos escapamos de pagar el IVA, el IBI, a Hacienda, a la Seguridad Social, etc. Yo soy partidario de los impuestos, pero de unos impuestos progresivos, justos y equitativos. Si en España a los evasores fiscales se les pone la alfombra roja camino a Suiza, Islas Caimán o cualquier otro paraíso, a la Iglesia en lugar de una alfombra le facilitamos el paso con alfombras persas para que no tengan que emigrar.

Mientras los mortales no podemos escaparnos (y no debemos, ojo, dejemos que el monopolio del Mal siga en manos de los evasores) de los impuestos y hacemos malabares para llegar a final de mes. Mientras que autónomos y empresas locales hacen malabares para no echar el cierre, otros disfrutan de un marco jurídico excepcional. La Iglesia, además de no estar sometida a los recortes que sufre el sector público (recibe anualmente un total de entre 8.000 y 9.000 millones de euros procedentes de "partidas indirectas de carácter público), goza de exenciones fiscales anuales, entre licencias e IBI, por valor de 900 millones de euros. Y es que posee “más de 100.000 propiedades que ocupan más de 120.000 hectáreas de terrenos, y denuncia que las exenciones fiscales fueron establecidas en un acuerdo, el del concordato con la Santa Sede, suscrito en periodo predemocrático” (Fuente: Público.es, 31/05/2012).

Por eso el que el Obispado de Cádiz cierre el año 2011 con superávit más que una buena noticia o un ejemplo de buena gestión es la constatación de que en el Estado español hay quien vive en un marco de excepcionalidad, lo que deja claro la arbitrariedad de los poderes públicos a la hora de legislar favoreciendo a unas personas, instituciones y creencias por encima de otras.

El mito de la obra social de la Iglesia se cae cuando vemos  que esta, a sus “obras sociales”, solo aporta una ínfima parte de su capital y que el resto del dinero destinado a la caridad viene de los feligreses, laicos y beatos, y de entidades privadas y públicas

Pues lo dicho, el reino de la Iglesia no es de este mundo, por eso no se someten a las mismas leyes que el resto.

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